Decía Sun Tzu , comandante militar chino que vivió quinientos años antes de Cristo: "Si conoces al enemigo y te conoces a ti mismo, no deberás temer el resultado de cien batallas. Si te conoces a ti mismo, pero no al enemigo, por cada victoria lograda también sufrirás una derrota. Si no conoces ni al enemigo ni a ti mismo, sucumbirás en todas las batallas".
Conocer al enemigo implica, en el mundo empresarial, conocer bien a los competidores, sus productos y servicios, sus clientes, sus estrategias de crecimiento o de implantación en nuevos mercados, con quién colaboran, en qué foros está presente, en qué está invirtiendo, qué patentan, etc. Si conocemos bien a nuestros competidores y además conocemos bien nuestras capacidades, estaremos en buena posición para elaborar nuestra estrategia. Al menos, tendremos información para discernir dónde está (o dónde nos gustaría que estuviera) nuestra diferenciación y valor añadido con respecto a nuestra competencia.
Conocer bien a nuestros competidores, aun siendo primordial, no es suficiente para elaborar la estrategia del negocio, y como parte de ella, la estrategia de I+D+i. El enemigo no está solo en los competidores, sino en el desconocimiento de cómo evoluciona el mercado, las necesidades de los clientes actuales y potenciales, los aspectos normativos y regulatorios que nos afectan, la política y la sociedad en general que presenta retos para los que hay que encontrar soluciones, y por supuesto, también en cómo evoluciona la tecnología.
De hecho, la batalla de la imparable evolución tecnológica corre paralela a la historia de la industria. Está llena de ejemplos de empresas, o incluso sectores completos, que sucumbieron ante la aparición de una nueva tecnología. El vídeo VHS sucumbió al DVD y en la actualidad los servicios de vídeo bajo demanda o el vídeo online están relegando a los formatos físicos y también a los videoclubs tradicionales. Estos formatos nos suenan lejanos, ¿verdad? Hace ya tiempo que podemos ver películas online en internet.
En la actualidad hablamos del Internet de las cosas, de la realidad virtual, de la conducción autónoma, de los implantes biomecánicos, la ciberseguridad, la industria 4.0 y otras muchas más áreas en la que se está innovando constantemente. Si seguimos su evolución de forma continua, no solo mejoraremos en la identificación de las amenazas que puede suponer para el negocio, sino darle la vuelta y convertirlo en oportunidades para el desarrollo de la I+D+i y por supuesto, para el negocio en general.
Y volviendo a Sun Tzu, ¿cómo podemos conocer mejor al enemigo? ¿Cómo podemos conocer mejor el entorno de los negocios para ganar la batalla de la competitividad y de la innovación? La respuesta se encuentra en la implantación de un proceso de vigilancia estratégica e Inteligencia competitiva. Esta monitoriza de forma permanente y efectiva el entorno: que esté bien enfocado y organizado, de forma que la información relevante a las personas que participan en la toma de decisiones estratégicas están en el momento preciso para detectar oportunidades y así minimizar riesgos.
Los resultados de la investigación realizada en el marco de la tesis doctoral "Análisis de la situación actual y perspectivas de futuro de la implantación de sistemas de Inteligencia competitiva en las pymes industriales vascas’" realizada por Juan Carlos Aldasoro y publicada en noviembre de 2013, refrendan este mensaje.
Según esta tesis doctoral ‘los motivos más importantes que las empresas tienen para llevar a cabo actividades de IC son el poder estar al corriente de las tendencias en un sector industrial, poder desarrollar nuevos productos y apoyar el proceso de planificación estratégica.