Todos tenemos en la cabeza a ese anciano llamado Panoramix que preparaba la poción mágica para los incombustibles galos de la aldea.
A partir de su conocimiento del bosque, y de las especies que lo componen, este druida con aspecto bonachón elaboraba recetas desde el conocimiento de las sustancias, que podía extraer de las diferentes plantas y árboles con el fin de preparar el cocktail preciso para el secreto mejor guardado de la aldea.
Estas técnicas ancestrales de extraer sustancias de la naturaleza para la preparación no solo de medicamentos sino de materiales y útiles han dado innumerables frutos para el desarrollo de la humanidad.
No obstante, el desarrollo industrial y el crecimiento de materiales como el cemento, acero y sobre todo los materiales plásticos por la industria química ha hecho que estos conocimientos y estas prácticas hayan pasado a un segundo plano.
Sin embargo, las continuas alertas que el planeta está lanzando, hacen reflexionar sobre este tipo de prácticas y palabras como bioeconomía, sostenibilidad, cambio climático, economía circular, biodegradabilidad, biomimética y las etiquetas Bio/Eco están cada vez más presentes en nuestro día a día. En cierto modo es una mirada retro hacia las buenas prácticas que se realizaban en el pasado al igual que intentamos reproducir la receta de las croquetas de nuestra abuela.
Si bien existe un cambio sustancial frente a aquellos ancianos que se adentraban en el bosque con su cesta de mimbre, ahora disponemos de importantes desarrollos y técnicas de caracterización que están liderando este cambio. Así, ha surgido el concepto de Biorrefinería, que no es más que intentar obtener de una forma eficaz el mayor número de materiales biobasados a partir de recursos naturales (residuos agroforestales, residuos agroalimentarios, subproductos de madera, etc.) como alternativa a los procesos de refinería del petróleo.
Cada vez son más los productos que se pueden obtener partiendo de fuentes bio frente a las alternativas fósiles. Los cuellos de botella de estos desarrollos y en buena medida los principales escollos para que se conviertan en un futuro cercano en auténticos sustitutos de los productos derivados del petróleo son las materias primas (suministro estable y con calidad garantizada) y el coste de los procesos de obtención de estos materiales o intermedios.
En ambos aspectos se está trabajando muy activamente. Cada vez son más empresas e iniciativas políticas y de I+D+i que apuestan por este sector con fuerza como una alternativa sostenible, con bajo o nulo impacto ambiental. Incluso puede llegar a solucionar problemas de despoblación de las zonas rurales por crecimiento en la gestión de los residuos agroforestales, y el crecimiento de industria de transformación y fabricación de materiales en estos entornos.
Es clave promover este modelo de desarrollo trabajando activamente en la optimización de los procesos para obtener intermedios de alto valor añadido (polioles, poliuretanos sin isocianato, acetoína, 2,3 BDO, MEK, etc) así como el desarrollo de nuevos materiales biobasados a partir de biomasa (lignina, celulosa, hemicelulosa, aceites, etc).