Términos como excelencia tecnológica y generación de conocimiento forman parte de nuestro discurso habitual. Los usamos con tal familiaridad que no solemos pararnos a pensar ni en la clase de conocimiento, ni en el concepto de excelencia que buscamos.
Amar Bhidé lleva muchos años estudiando cómo innovan las empresas de base tecnológica apoyadas por capital riesgo. Ha observado que terminan posicionándose, frecuentemente y tras sucesivas iteraciones, en el espacio de lo que denomina "innovación media". Desarrollan, principalmente, productos intermedios, entre materias primas y productos finales, y una clase de conocimiento tecnológico vinculado al producto o servicio concreto: sus condiciones de aplicación y sus contextos de uso, en contraste con el conocimiento científico-tecnológico, en el nivel superior, que busca principios y modelos generales.
Atendiendo al impacto económico, el conocimiento en el nivel superior tiene dificultades importantes para ser valorizado a menos que venga complementado por nuevo conocimiento en el nivel medio. Por ejemplo, un descubrimiento radical en física del estado sólido solo aportará valor en la medida en la que venga acompañado del desarrollo de nuevos circuitos, de nuevos modos de fabricación en planta y de nuevos algoritmos de computación para explotar su potencial.
Ya en 1945, el economista Hayek alertaba de lo extendido que estaba minimizar la importancia de este tipo de conocimiento, relativo a unas condiciones particulares de tiempo y lugar:
“there is beyond question a body of very important but unorganized knowledge which cannot possibly be called scientific in the sense of knowledge of general rules: the knowledge of the particular circumstances of time and place… it is fashionable today to minimize the importance of this knowledge.”
Hoy, cabe preguntarse si no caemos en el mismo error cuando aceptamos una visión de la excelencia tecnológica asociada, exclusivamente, al conocimiento sobre conceptos, ideas y principios generales en el nivel superior.
Si el valor económico generado por la tecnología es un indicador relevante para cualificarla como excelente, tenemos que apreciar y promover la generación de ese conocimiento contextual, asociado a contextos concretos de aplicación de los productos, y contingente, relativo a condiciones particulares de uso que cambian con rapidez. A pesar de no contar con el mismo glamour del conocimiento científico-tecnológico en el nivel superior y de la dificultad que presenta para ser organizado, resulta insustituible a la hora de extraer valor de la tecnología.
Bhidé también caracteriza muy bien el proceso de generación de esta clase de conocimiento en el territorio de la innovación media. No se trata de buscar principios generales ni relaciones causales. No interesan los porqués. Sí se persigue, en cambio, experimentar buscando si un determinado producto o servicio cumple con lo que se espera de él en unas circunstancias y condiciones determinadas. Para lograrlo identifica tres rasgos clave del proceso de desarrollo:
- Iteración: es un proceso de desarrollo iterativo-incremental, de avance mediante prueba-error.
- Interacción: el desarrollo se produce con una interacción cercana y sostenida con usuarios que colaboran activamente.
- Velocidad: la rapidez de las iteraciones resulta clave para obtener resultados en un mercado competitivo, demandando flexibilidad y agilidad.
Observa, además, que el rango de actividades que requiere es más diverso en el nivel medio que en el nivel superior. Tan importantes como las actividades relacionadas con la tecnología y con los atributos del producto son aquellas otras relacionadas con el proceso de venta y marketing.
Así, en primer lugar, podemos concluir que una I+D con vocación de producir impacto económico ha de otorgar el debido protagonismo al conocimiento sobre contextos de aplicación y uso de la tecnología. Y, en segundo lugar, la generación de conocimiento de esta clase requiere acometerse en modo ágil, colaborativo y multidisciplinar para cubrir el rango de actividades que es necesario entrelazar en los ciclos iterativo-incrementales.
Incluso Fraunhoffer, el mayor RTO europeo, se ha replanteado el concepto de centro de excelencia constatando cómo “en lugar de grandes centros estáticos, unidades más pequeñas, flexibles y ágiles están adquiriendo mayor importancia”.
En definitiva, todo indica que el desarrollo tecnológico pivota desde una excelencia de escala, basada en masa crítica para acumular conocimiento, a una excelencia de agilidad, fundamentada en la colaboración para hacer fluir el conocimiento.