Estas últimas semanas, la calidad del aire y la contaminación urbana en Madrid son nuevamente foco de atención. A principios de año, el ayuntamiento de Madrid aprobó un protocolo específico de actuación para los episodios de alta concentración de NOx en aire que supongan un riesgo para la salud de los ciudadanos.
A comienzos de este mes ha estado a punto de activarse el protocolo en sus fases más restrictivas. Este incluye medidas tremendamente impopulares como la prohibición del estacionamiento en el centro, o de la circulación de vehículos en función del número de matrícula. En España no estamos acostumbrados, pero en algunas ciudades como Bogotá o Mexico DF esta medida es habitual. Se conoce como "pico y placa" y está principalmente enfocada al alivio de atascos. Es común que las familias acomodadas con más de un vehículo busquen matrículas pares e impares para así poder circular a diario, alternando entre vehículos.
Es evidente que los vehículos de combustión interna son una de las principales causas de las emisiones urbanas, fundamentalmente aquellos que utilizan diésel y cuya popularidad ha crecido en la última década, aunque no son los únicos causantes. Los días de mayor concentración de contaminantes suelen coincidir con épocas frías en los que el consumo de calefacción se dispara.
En Madrid existe un gran parque instalado de calderas que emplea combustibles fósiles y que contribuye, de manera significativa, a las emisiones. Llama la atención que las medidas contempladas en el protocolo afecten únicamente al uso de vehículos y no se incluya ninguna actuación sobre los equipos de calefacción.
Limitar el uso de las calefacciones domésticas sería efectivo pero es difícil de controlar. Restringir de manera excepcional la temperatura máxima en edificios públicos y grandes edificios del sector terciario, más allá de lo establecido por el Real Decreto de instalaciones térmicas, sería una interesante alternativa a valorar. El mayor beneficio vendrá de aquellos edificios con sistemas de calefacción poco eficientes basados en gasoil.
Estos días se ha celebrado en Barcelona la European Utility Week. Además de la clásica amalgama de equipos y servicios orientados a las compañías de distribución y comercialización eléctrica se han podido ver avanzados sistemas de gestión energética para hogares y edificios. Las plataformas de gestión de la demanda que permiten modificar conjuntamente de manera remota las temperaturas de consigna de los sistemas de climatización de grupos de edificios son una realidad, y podrían ser utilizadas para reducir de manera inmediata las emisiones.
La solución al problema de fondo de la contaminación urbana tiene muchas vertientes. La mejora en todos los ámbitos de movilidad urbana es necesaria, pero no hay que olvidar las actuaciones dirigidas a la reducción de consumo energético de edificios, especialmente el consumo de calefacción. Esto aplica tanto a las medidas de largo plazo como a las actuaciones de emergencia.
La renovación del parque por vehículos menos contaminantes y la introducción progresiva de vehículos eléctricos deben ir de la mano de la sustitución de calderas obsoletas y de la implantación de mejoras en la eficiencia energética de los edificios.
Mientras tanto, para cuando tengamos casos de emergencia, sería bueno ampliar el abanico de actuaciones y así evitar situaciones como la que se sugiere en el título.