Hoy, 8 de marzo de 2017, es el día de la mujer trabajadora. Esta tradición de señalar un día para reivindicar la igualdad de derechos de la mujer es centenaria, pero tiene una raíz bastante tétrica, pues su celebración se relaciona con la escalofriante muerte de 146 mujeres en el incendio de una fábrica textil en Nueva York.
Estas mujeres no pudieron escapar porque los dueños de la fábrica habían bloqueado las salidas para evitar robos. Después de este suceso, las leyes comenzaron a buscar una mejora en la situación de las mujeres trabajadoras. Han pasado más de cien años desde aquel suceso en la fábrica de Nueva York.
En nuestros días, ¿cómo es ser mujer trabajadora?, ¿cómo es ser mujer investigadora?
En inglés, an elephant in the room («un elefante en la habitación») es una expresión metafórica que hace referencia a una verdad evidente que es ignorada o pasa inadvertida. También se aplica a un problema o riesgo obvio que nadie quiere discutir. Plantea la idea de que sería imposible pasar por alto la presencia de un elefante en una habitación; entonces, las personas en la habitación que fingen que el elefante no está ahí, han elegido evitar lidiar con el problema que implica.
Abordar la desigualdad de género es un tema complejo y un tema incómodo; es en ocasiones “un elefante en la habitación”. Para comprobar si esa desigualdad existe es siempre mejor recurrir al indicador objetivo: los números. Y los números apuntan a un grueso techo de cristal para las mujeres que se esfuerzan por alcanzar los niveles superiores.
Según las cifras de la Comisión Europea en el informe She Figures (2015): el 47 % de los doctores (28 % en ingeniería, manufactura y construcción), el 33 % del personal investigador, el 20 % de los académicos de primer nivel y el 10 % de los rectores de la Universidad son mujeres. En cuanto al mercado laboral de la UE-28 el número de mujeres ocupadas en ciencia y tecnología crece a un ritmo más rápido que el de hombres, pero cierta segregación de género persiste en el sector de la ingeniería, manufactura y construcción. Solo el 9 % de las solicitudes de patente en la UE registró a una mujer como inventora entre 2010 y 2013.
En los últimos años el foco se ha puesto sobre las carreras de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) donde esta segregación por sexo es más evidente. Se hace visible si comparamos las curvas de progresión profesional de hombres y mujeres. Se aprecia que a medida que avanzan en su carrera se produce una progresiva "evaporación" o desaparición de las mujeres en las categorías profesionales superiores, generando una gráfica con forma de tijera. Este fenómeno se conoce como Leaky Pipeline (tubería con fugas).
La encuesta del área de Investigación Europea (ERA) analiza las acciones que las organizaciones de investigación pueden hacer —y ya hacen— para el desarrollo de ambientes de trabajo que apoyen la igualdad de género. De acuerdo con la encuesta de 2014, alrededor del 36 % de las Research Performing Organizations (RPOs) indicaron que habían introducido planes de igualdad de género en sus organizaciones en 2013. Las medidas incluían acciones encaminadas a mejorar el equilibrio entre el trabajo y la vida privada, principalmente, y otras relativamente inusuales relacionadas con la política de contratación y los esquemas de apoyo al liderazgo .
Ya mencionaba nuestra compañera Eva Arrilucea que el Global Gender Gap Report 2016 pronosticaba que aún faltan 170 años para cerrar la brecha de género.
¿Existen aún sesgos, desigualdades entre hombres y mujeres en el mundo científico y/o académico?
El sesgo implícito es distinto de la motivación consciente.
- Todas las personas tenemos sesgos implícitos debido a la exposición cultural.
- Pueden afectar nuestro comportamiento a menos que los anulemos.
- Se pueden cambiar con educación, exposición y procesos.
Los prejuicios que tienen las mujeres en la ciencia están muchas veces relacionados con los estereotipos culturales dominantes. Como la ciencia se percibe como una disciplina más bien masculina, las mujeres son observadas como menos competentes.
Así, en los sistemas de cooptación —los nombramientos, por así decirlo, más subjetivos dentro de las organizaciones— son los hombres los que más progresan, en contraste con los sistemas de mérito —como los de oposición— donde las mujeres obtienen más frutos. ¡Y eso, pesa!
Sin embargo, puede que afianzar las normas culturales y sociales no sea suficiente para facilitar el equilibrio entre los géneros en la ciencia en particular. Un artículo del Journal of Educational Psychology (2014) menciona que incluso las naciones con alta equidad de género siguen manteniendo fuertes estereotipos de género en el campo de la ciencia cuando los hombres dominan esos campos de la ciencia.
Desde hace algunos meses en TECNALIA existe una Comisión que está trabajando en el Plan de Igualdad de la organización. El primer paso ha sido comenzar a elaborar un diagnóstico de situación. Aún es pronto para extraer conclusiones de dicho diagnóstico, pero se puede prever que no vamos a ser muy diferentes al resto del mundo en lo que respecta al desarrollo de una carrera para la mujer en el entorno científico y tecnológico.
Las instituciones de investigación necesitan políticas proactivas para eliminar las barreras inconscientes y mejorar. En este sentido, el próximo paso será implementar acciones coordinadas y monitorizadas para diferentes áreas que ayuden a minimizar la brecha y avanzar en la igualdad de género en la organización. Estas acciones irán dirigidas a estimular la contratación de mujeres investigadoras, implantar medidas de conciliación, incrementar la visibilidad y sobre todo a apoyar el impulso de la carrera profesional.
Pongámonos las gafas para ver al elefante
Según un estudio de McKinsey Global Institute, si hubiera paridad de sexos en el ámbito laboral el PIB mundial se incrementaría en un 26 % en los próximos 10 años. Y es que, cuando las mujeres y los hombres tienen igualdad de oportunidades y derechos, el crecimiento económico y el desarrollo social se aceleran y las tasas de pobreza caen más rápidamente para todas las personas.
La combinación de talento y tecnología determinará cómo la cuarta revolución industrial puede aprovecharse para el crecimiento sostenible y sus innumerables beneficios para sociedad. Sin embargo, esto no ocurrirá si la mitad del talento mundial queda fuera de la ecuación.
El éxito futuro de las organizaciones dependerá en cierta medida de su capacidad para aprovechar la diversidad y explotar el talento con independencia de su género.