Los océanos pueden aportarnos recursos cada vez más indispensables para hacer frente a los desafíos globales de las próximas décadas. Hacia 2050 serán necesarios alimentos, empleo, energía, materias primas y en definitiva crecimiento económico para sostener una población mundial que puede alcanzar los 10.000 millones de personas. Los océanos ocupan más del 70% de la superficie terrestre y su potencial para ayudar a satisfacer esas necesidades es enorme.
Las actividades económicas más tradicionales que de alguna forma utilizan recursos oceánicos abarcan la navegación, el transporte de mercancías, la construcción naval, la pesca, el turismo costero, la extracción convencional de petróleo, gas y otras materias primas, y las instalaciones portuarias. Están emergiendo otras industrias y actividades que también tienen en el punto de mira al océano para desarrollarse. Por ejemplo las energías renovables en diferentes formas: eólica, oleaje, corrientes…, y que reclaman un espacio para integrarse con otros usos del océano y contribuir a un aprovechamiento responsable de sus recursos.
Según un informe reciente de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), la producción de la economía del océano en 2010 fue de 1.500 millones de dólares, lo que supone aproximadamente el 2,5% del valor añadido bruto mundial y la generación de 31 millones de empleos directos a tiempo completo. De cara a 2030, las industrias basadas en el océano tienen el potencial para superar el crecimiento de la economía mundial en su conjunto, tanto en términos de valor añadido como de empleo. Entre 2010 y 2030 la economía del océano podría duplicar su contribución al valor añadido mundial, llegando a más de 3 billones de dólares. En particular, se espera un fuerte crecimiento de la acuicultura marina, la eólica offshore, el procesamiento de pescado y la construcción y reparación naval. El impacto en el empleo de estas industrias será también muy relevante llegando a unos 40 millones de puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo.
Estas cifras demuestran unas perspectivas de expansión muy rápidas de la actividad económica en el océano, sin embargo, esto puede deteriorar seriamente su salud. Los océanos han absorbido la mayor parte de las emisiones de carbono derivadas de la actividad humana lo que ha producido la acidificación de sus aguas. Además, la temperatura y los niveles del mar están subiendo y se aprecian cambios en las corrientes oceánicas. Estos efectos producen pérdida de biodiversidad, cambios en la composición de las poblaciones de peces y mayor frecuencia de fenómenos meteorológicos severos. Las perspectivas para el desarrollo futuro del océano se agravan aún más por la contaminación de origen terrestre así como por la sobrepesca que lleva a agotar los recursos pesqueros en muchas partes del mundo. Precisamente el 8 de junio se celebra el día mundial de los océanos con el lema “Océanos sanos, planeta sano” con un foco especial a la contaminación debida a los plásticos.
La incapacidad hasta ahora para hacer frente a estos problemas de una manera eficaz es en gran parte debido a lo que históricamente ha sido una gestión sector por sector de las actividades marinas. Al menos en un futuro inmediato, no es esperable que esta situación cambie y la regulación de nuevas actividades seguirá siendo sectorial tratando de integrarse en un marco regulatorio fragmentado. Esta no es la mejor de las situaciones para impulsar sectores emergentes como por ejemplo las energías renovables marinas, aunque se observa que un número creciente de países están empezando a definir políticas estratégicas para una gestión integrada de los recursos oceánicos dentro de sus zonas económicas exclusivas.
Además de una gestión integrada, los avances científicos y tecnológicos van a desempeñar un papel crucial tanto en el tratamiento de muchos de los problemas ambientales como en el desarrollo de las actividades económicas basadas en el océano. La innovación en materiales avanzados, biotecnología, nanotecnología, ingeniería y tecnologías submarinas, sistemas autónomos, instrumentación y análisis de grandes volúmenes de datos pueden ayudar a un desarrollo sostenible y medioambientalmente aceptable de la economía del océano.
Los esfuerzos individuales de cada país por poner en marcha políticas de gestión integradas junto con los avances científicos y tecnológicos pueden no ser suficientes para asegurar las perspectivas de desarrollo a largo plazo de la economía del océano y hacer realidad las expectativas de crecimiento y empleo de una manera sostenible. Se hace necesario también poner en marcha una serie de medidas que requieren de la cooperación internacional como por ejemplo la realización de análisis comparativos en diferentes países del impacto de sus políticas, el establecimiento de redes internacionales para el intercambio de experiencia en el establecimiento de centros de excelencia en tecnologías marítimas intersectoriales, el intercambio de tecnología e innovación entre países con diferentes niveles de desarrollo o la intensificación de esfuerzos para trabajar conjuntamente en investigación y observación marina.
Como una forma de promover la colaboración entre países, la Comisión Europea organiza cada año el “Día Europeo Marítimo”. Su novena edición tuvo lugar en Finlandia el pasado mes de mayo con un enfoque hacia la “inversión competitiva en crecimiento azul: soluciones inteligentes y sostenibles". Concretamente consistió en identificar y poner de relieve medidas prácticas para impulsar las inversiones e innovaciones necesarias para los cambios asociados a la economía azul.
En definitiva, para conseguir que los océanos sean una fuente de riqueza que ayude a resolver los retos globales que afronta la humanidad de una forma aceptable para el medio ambiente se debe promover la innovación colaborativa en ámbitos tanto públicos como privados con el fin de conseguir una gestión integrada de la economía del océano más eficaz, eficiente e inclusiva.