"Mi equipo me dice que nosotros no podemos innovar, que en un sector como el nuestro, la fundición, es sumamente difícil". Así se dirigía a mí hace unos días la gerente de una pyme de Araba. Pero, ¿qué es lo que hace que una empresa sea innovadora?
¿Es el sector en el que compite tan determinante? ¿Tienen más influencia aspectos inherentes a la propia organización como el tamaño de la misma, o intangibles como el equipo humano? ¿De qué está compuesta esa fórmula mágica que hace que unas empresas compitan en primera división y otras solo en la segunda B de la liga innovadora?
Los datos estadísticos no son del todo concluyentes. Veamos qué dice el informe COTEC 2016 sobre innovación. Según este estudio, el gasto en I+D en España ascendió a 12.821 millones en 2014 (con un descenso de 12,79 % respecto a 2008, cuando comenzó la crisis). Dicho gasto supone un 1,23 % del PIB, en Euskadi se invierte el equivalente al 2,03 %. La mitad del gasto lo ejecutan las empresas privadas mientras que la otra mitad es asumida por la administración y la universidad.
En la UE28, la parte respaldada por las empresas suma un 10 % adicional, igual que en Euskadi. Si bien es cierto que una cuestión es el gasto y otra los resultados obtenidos. Pero eso, como decía Bastian en la Historia Interminable, “es otra historia y debe ser contada en otra ocasión”.
Entonces, el tamaño, ¿importa?
Siendo ese el esfuerzo de las empresas, ¿son las pequeñas empresas las que más invierten en I+D o las de mayor tamaño? Sorprendentemente, en España el 22,7 % del gasto corre a cargo de aquellas entre 1 y 49 trabajadores. Esta cifra dobla a la de Francia; mientras que las de más de 250 trabajadores desarrollan el 52,2 %, en Francia suponen un 77 %, ascendiendo hasta un 89 % en Alemania.
Aunque todavía existe mucho margen de mejora para que las empresas tomen un papel más protagonista en el gasto de I+D, es destacable el dinamismo de las más pequeñas. Según estos datos, no parece que el tamaño esté siendo un "handicap" para nuestro tejido empresarial a la hora de innovar. Que se lo digan si no a ADS -DV 29.05.16, un ejemplo de cómo una empresa de 40 trabajadores puede plantar cara en un mercado en el que el competidor más pequeño tiene 4.000 trabajadores.
Competir en un sector concreto ¿determina el perfil innovador de la empresa?
De los 42 sectores de la estadística, según el mismo informe, la mitad acumulan el 87 % del gasto. En este club de élite se enmarcan industrias como la construcción aeronáutica y espacial, las telecomunicaciones y las referentes a los vehículos de motor o farmacia. Imagino que no sorprende ver en esta relación a ninguno de los mencionados. La mitad restante, donde se encuentra la metalurgia, la industria textil o la construcción naval contribuye solo con el 13 % restante.
Parece lógico pensar que en sectores de alta intensidad tecnológica ser innovador viene de serie, pero también es cierto que no se han identificado barreras infranqueables que impidan a una empresa ser diferente en entornos en los que la inversión en innovación parece no estar tan extendida.
El genoma del tejido empresarial vasco. Un zoom en Euskadi.
En el Informe de Competitividad País Vasco 2015, la diagnosis que hace Orkestra del tejido empresarial vasco y el reto de la I+D+i se podría resumir en la siguiente aseveración: “bajo número de empresas con producto propio con una excesiva orientación a los procesos, un escaso desarrollo de la innovación no tecnológica y limitadas capacidades para incorporar tecnologías de la información”. Así mismo, revela que Euskadi presenta un porcentaje de empresas innovadoras superior a España, 45,6 % frente al 33,6 %, aunque claramente inferior a la media de la UE-15 donde más de la mitad de ellas se consideran innovadoras (en Alemania el 66,9 %). Hay que tener en cuenta que esa cifra se alcanza careciendo incluso de producto propio y, por tanto, perdiendo un foco en el que la innovación logra resultados realmente impactantes en términos de competitividad.
Sin embargo, hay una característica en nuestro tejido empresarial que, desde mi punto de vista, resulta más envidiable aún: el número tan elevado de campeones ocultos que existen: 30 en concreto. Con esta denominación tan singular se identifica a aquellas compañías líderes en su sector a nivel mundial. Se trata de empresas que han mantenido tasas de crecimiento estables a lo largo de los últimos años, tienen una actividad innovadora constante, presentan una alta actividad patentadora y un alto grado de internacionalización.
Empresas como Vicinay Cadenas, Ramondín, Ona Electroerosión, Astilleros de Murueta o Graphenea mencionadas en DV. 07.08.16 son estrellas a nivel mundial, los Messi y Ronaldo de las ligas de las que compiten. Todas ellas de distinto tamaño y luchando en sectores muy diversos (alguno de ellos mencionados e incluidos en el target de “menos innovadores” en el estudio de COTEC). Lo que todas tienen en común es que se convierten en empresas referentes a imitar por sus similares.
Entonces, un equipo de segunda B puede acabar en primera división, ¿no?
Si factores como el tamaño o el sector no son determinantes, habrá que indagar en otros. Repasemos primero las barreras que impiden la innovación para ver si, aunque sea por descarte, podemos acotar nuestra búsqueda de la pócima mágica.
La encuesta de la firma Harris Interactive realizada a más de 300 ejecutivos de empresas Fortune 1000 señalan como ”killers” de la innovación la falta de tiempo y de priorización de la innovación o la excesiva presión en el corto plazo. Los obstáculos identificados por PcW en el informe Unleasing the power of innovation 2013 a través de más de 200 entrevistas realizadas a CEO´s de todo el mundo, señalan como impedimentos principales, la falta de recursos financieros, la cultura existente o la falta de talento.
Parece que la lista de enemigos para ser una organización innovadora es larga. Casi diría interminable, pero es igualmente cierto que ninguno de ellos se perfila como suficientemente insalvable para alcanzar el objetivo. El rol de los CEO´s a la hora de crear una cultura que promueva la innovación, como se señala en estas encuestas globales, es fundamental. Lo importante es fijar dónde quiere competir cada uno, creérselo, poner recursos y, paso a paso, ir sorteando las dificultades que aparezcan en el camino.
Nadie dijo que fuera fácil conseguir el balón de oro pero tampoco imposible. Ánimo y ¡suerte!