Creo que a estas alturas no es necesario hablar de la importancia de la industria en Europa, no albergo duda alguna de que es la que nos ha traído el progreso a lo largo de los últimos 250 años. Ni parece ser esencial aportar demasiados datos sobre la dificultad de Europa para hacer frente a regiones y a países que crecen a una mayor velocidad que la de nuestro querido “viejo continente”.
Pero lo que quizás no esté ya tan claro es cómo vamos a desarrollar esta nueva industria para hacer frente al futuro que nos vendrá, o quizás, como diría el genial escritor de ciencia ficción William Gibson, el “futuro que ya ha llegado pero que aún no se ha distribuido uniformemente”.
Existen dos megatendencias sociales que lo están transformando todo y de una manera radical y vertiginosa:
- La economía de la interconexión (Networked Economy) que le afecta a todo: networked people, networked business procesess, networked data, y por supuesto, networked things. Como describía recientemente la revista Harvard Business Review en su portada: Internet of everything!
- La personalización masiva (mass customization) de productos y servicios. ¡Los usuarios finales somos los reyes! Nosotros decidimos qué queremos, cómo y cuándo lo queremos y además, queremos que sea exclusivo, distinto al resto, personalizado.
Si la industria quiere tener éxito en ese futuro, en este ya presente para algunos sectores, ha de ser coherente con su entorno, con dichas megatendencias. Esas fábricas del futuro (que hay que diseñar y desarrollar en el presente) deben responder a esa necesidad de conectividad: de industria conectada, de máquinas conectadas, de personas conectadas. Han de responder a una idea hasta hace bien poco inimaginable: la de automatizar las series cortas, cortísimas, incluso unitarias.
La automatización como fuente de eficiencia productiva para series largas se convierte además en flexible y con ello, aborda perspectivas empresariales radicalmente distintas; distintas y apasionantes. Las máquinas que integren esas factorías deben ser precisas, fiables, seguras y sostenibles. ¡Sí, por supuesto!, pero deben además ser flexibles, conectadas, amigables, fáciles de programar, accesibles remotamente desde múltiples dispositivos y perfiles de usuarios. Deben hablar, intercomunicarse con otras máquinas, con los sistemas de gestión, con los proveedores, con los clientes, deben ser ‘inteligentes’, capaces de tomar decisiones por sí mismas para adaptarse en cada momento al proceso cambiante que les toca abordar.
Concebir, diseñar y fabricar estas nuevas máquinas, estas nuevas factorías y esta nueva Europa no es tarea fácil. Existen empresas, y no pocas, que lo hacen día a día y de manera muy exitosa. Combinar la incorporación de las tecnologías más avanzadas con el profundo conocimiento de los distintos sectores, el liderazgo, la cooperación y la velocidad sólo está al alcance de los líderes, los líderes del presente y sin duda, del futuro.
La semana pasada se celebró en Milán la mayor Feria Internacional de Europa sobre Maquinaria y Producción. En ella se dieron cita todos los líderes mundiales, todos los que están concibiendo y desarrollando esas máquinas del futuro, esas fábricas 4.0 de las que tanto hablamos.
El Vicepresidente del área de Maquinaria de Siemens me comentaba en una conversación informal que desde la aparición del Control numérico no había habido un momento más apasionante y más transformacional para la industria en el mundo. ¡Estoy absolutamente de acuerdo! Las posibilidades que nos ofrecen tecnologías como Internet de las cosas (IoT), la robótica flexible y colaborativa, la fabricación aditiva (3D) o los nuevos interfaces inteligentes para la interacción de personas y máquinas hacen de este momento, un momento especial, retador, lleno de oportunidades, de nuevos negocios hasta hoy inimaginables y sobre todo, hacen que tengamos la posibilidad de crear un mundo mejor. Mejor para las personas en todas nuestras facetas: como compradores, como trabajadores, como miembros de equipos multidisciplinares, autónomos y cada vez más, multiempresariales.
Considero que somos afortunados porque no sólo nosotros, sino muchos, muchísimos de nuestros clientes están en esta clave. Están y estamos ayudando a desarrollar proactivamente ese mundo mejor, esas empresas mejores y estamos disfrutando con pasión de la época que afortunadamente nos toca vivir.
Juntos hacemos que ese futuro, ahora más que nunca, sea cada vez más presente.
¡Únanse a nosotros y disfrutemos del momento!