Comienza una nueva edición de la feria Bienal de la Máquina Herramienta (BIEMH). Esta vez con un foco prioritario en la Industria 4.0, el fenómeno de la digitalización inteligente de la industria que persigue incrementar notablemente los niveles de eficiencia y flexibilidad productiva de las fábricas y sus máquinas.
El concepto Industría 4.0 está de moda. Sí. Pero es mucho más que eso. Según el último estudio sobre “Internet de las Cosas” de McKinsey, existe un potencial impacto económico cruzado de hasta 3.700 billones de dólares en los próximos años distribuido principalmente en ámbitos como la eficiencia operativa, el mantenimiento predictivo, la optimización de inventarios, o la seguridad de las personas que interactúan con las máquinas y los medios productivos, asociados a este concepto.
Y es que estos ámbitos que motivan la Industria 4.0 son los mismos que han impulsado la innovación industrial en las últimas décadas. Y si a esto le unimos la elevada oferta tecnológica, resulta comprensible que para muchos estemos solo ante una ‘evolución’. Pero, ¿es así?
Nada más lejos. Se trata claramente de una ‘revolución’ para la industria. Más del 50% de las innovaciones van a dar lugar a nuevos modelos de negocio. La colaboración se maximizará. Cerca del 50% del impacto económico tendrá lugar bajo esquemas de interoperación entre dos o más empresas que perdurarán en el tiempo. Ha llegado el momento de una economía hiperconectada para dar respuesta a las demandas de una producción masiva y personalizada. He aquí la gran revolución.
Abordar estos retos genera una evidente incertidumbre en los equipos directivos, a la sazón la barrera principal a la implantación real en las empresas. No poder cuantificar el impacto económico, unido a una cualificación insuficiente y a aspectos legales y de seguridad en el uso de los datos, contribuyen a echar el freno a cualquier adopción por parte de muchas empresas. Necesitamos reinventarnos, romper barreras históricas entre los diferentes integrantes de la cadena de valor que nos permitan desarrollar nuevos modelos de relación cliente-proveedor bajo esquemas de colaboración continua.
La tracción principal está ampliamente liderada por las grandes empresas. Sin embargo, la clave está en desarrollar a su vez aproximaciones válidas para las PYMES, protagonistas de nuestro tejido industrial. Debemos acompañarlas en la identificación estratégica, a partir del diagnóstico de la distancia tecnológica a la que se enfrentan, de los ámbitos de beneficio priorizados según el negocio en el que operan, y de los elementos sobre los que intervenir (máquinas, líneas de producción, personas u otros) lograremos que ganen la confianza necesaria para que apuesten. Su capacidad de inversión y de adopción de tecnologías es más limitada, por lo que hay que poner a su disposición fórmulas para la decisión con menor incertidumbre.
Como pude comprobar en la reciente Hannover Messe, los proveedores tecnológicos industriales habituales han convertido la adquisición y el aprovechamiento de datos en el elemento nuclear de su propuesta de valor. Y empresas emblemáticas del mundo de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones como Microsoft o IBM irrumpen con mucha fuerza en el mundo industrial. Y al mismo tiempo, en las empresas finales que visualizan la eficiencia como uno de sus objetivos fundamentales, abordarán la incorporación tecnológica de una manera más escalonada y con un control progresivo de las inversiones en función de la madurez tecnológica.
Esperar hasta que “las cosas estén más claras” no es una opción. Ya el pasado año EE.UU superó todos los indicadores alemanes, creadores del fenómeno Industria 4.0, en expectativa de negocio potencial, inversión en I+D y en la convicción de que debe impulsarse desde los equipos directivos. De hecho, más de un 27% de sus empresas cuentan con una estrategia 4.0 multianual. Algo que ningún país europeo ha logrado hasta la fecha.
Allí lo tienen claro. El éxito sólo depende de nuestras propias acciones. Y de perseverar. Vivamos con intensidad esta apasionante época que nos ha tocado vivir. El momento de la Industria 4.0 es aquí y ahora, porque quizá mañana ya no puedas.