Cuando pensamos en la ciudad como entorno habitable en el que desarrollamos una parte importante de nuestra vida, bien sea como ciudadanos de propio derecho o como visitantes ocasionales, nos viene a la cabeza una sucesión de vías; edificios; espacios públicos y privados; aceras; tal vez parques y entorno verde... Pero muchas veces obviamos algunos elementos que también forman parte de la ciudad, siendo en ocasiones muy relevantes e incluso preponderantes, como son los cursos de agua.
Estos cursos de agua presentan múltiples formas, que incluso en ocasiones se comunican entres sí, y en otras establecen por el contrario elementos singulares exentos. Pensemos en ríos, canales, lagos, costa, playas, estanques, arroyos,… por contraposición a las otras mallas que constituyen la ciudad; la malla gris de las aceras y vías, y la malla verde de parques, plazas y espacios arbóreos y vegetales: denominamos malla azul a las variadas formas de la lámina de agua urbana.
Movilidad urbana
Las ciudades están esforzándose por responder a la creciente demanda de servicios logísticos de última milla que están colapsando el espacio disponible para la movilidad y la propia vida urbana. Al mismo tiempo, la movilidad de las personas entre los márgenes de la malla azul urbana está limitada por este elemento natural que configura y divide la ciudad al mismo tiempo, obligando en ocasiones a largos desvíos por la imposibilidad de trazar una simple línea recta, que se encuentra con agua en su camino.
Las ciudades, que en muchos casos tuvieron su origen y desarrollo en los cursos de agua, se han ido alejando del agua durante las últimas décadas por diversas razones: higiénicas y medioambientales, estéticas y/o de infraestructuras. Casi siempre la difícil habitabilidad de los márgenes del agua se debía a los usos heredados que la ciudad había fomentado inicialmente con interés y más adelante mantenido con apatía. Es ahora cuando, tras una bien calculada transformación urbanística, económica, y social, hemos vuelto la mirada a las oportunidades que ofrecen estos cursos de agua, sus entornos y sus espacios; pero hasta la fecha lo hemos hecho, mayoritariamente, como un medio de disfrute y esparcimiento.
Quizá es el momento de que la "malla" azul del agua se una a la malla verde y la tradicional malla gris para configurar un sistema completo que contribuya eficazmente a la movilidad de la ciudad. Podemos ahora explorar los medios, soluciones y sistemas que pueden permitir incorporar la malla azul a la movilidad urbana, incluyendo energías limpias, sistemas autónomos, plataformas inteligentes, que permitan su integración efectiva y continua.
El punto de vista logístico
La creación de economías "bajo demanda" basadas en sistemas de entrega de carga dependientes del tiempo, podría generar un aumento de la intensidad del transporte, es decir, un aumento de los kilómetros y las emisiones de los vehículos y, por lo tanto, una mayor falta de sostenibilidad. Para reducir la intensidad, las intervenciones habituales consisten en hacer un uso más eficiente de la flota de vehículos elevando los niveles de ocupación en todos los modos, reduciendo los kilómetros por vehículo y fomentando el cambio modal hacia modos menos contaminantes. Por lo general, las soluciones logísticas mejoran la eficiencia, rara vez cambiando a modos de transporte alternativos.
Por el contrario, la navegación urbana de la malla azul podría reducir en gran medida la intensidad del transporte de mercancías, especialmente en los centros históricos y congestionados de las ciudades atravesados por canales, ríos o lagos. A través del uso sensato de la tecnología podríamos lograr que fuera una solución de transporte sostenible, asequible, económica y ecológica.
El punto de vista de la movilidad personal
Un punto similar se aplica a la movilidad de las personas. En muchas ciudades Europeas grandes áreas pobladas se encuentran a orillas de las láminas de agua, de tipología diversa, lejos del centro de la ciudad al que generalmente se desplazan. En muchos casos, destinos específicos como la costa opuesta o un área de despliegue urbano en particular, pueden encontrar en el agua la mejor ruta de transporte posible.
Una integración efectiva en el sistema de movilidad urbana será crucial para el uso sin problemas de un sistema de movilidad tan novedoso. Nuestra visión, por lo tanto, asume la navegación urbana de la malla azul como parte de un sistema de transporte integrado, donde los naves automatizadas y conectadas se integran de manera fluida y eficiente con otros modos de transporte, como parte de corredores azules/verdes sin fisuras.
Este enfoque de integración estratégica aumenta la calidad y la competitividad del transporte por vías navegables interiores, brindando oportunidades para nuevos modelos comerciales, nuevas tecnologías de naves y mejoras de infraestructura. Dicha integración precisa reunir a las autoridades locales y a las partes interesadas; agentes locales como los operadores de movilidad y flotas; distribuidores; fabricantes; minoristas y clientes; y por supuesto a los ciudadanos, para implementar políticas municipales, pero también regionales, regulaciones (por ejemplo, regulaciones y políticas fiscales: con el objetivo de influir indirectamente en la reorganización del transporte de mercancías, cadena de transporte en términos de eficiencia energética), y herramientas financieras (por ejemplo, herramienta de arrendamiento para apoyar la renovación de la flota de navegación interior, en alternativa a la modernización de barcos y barcazas viejos y tecnológicamente obsoletos), así como el desarrollo de nuevos esquemas para coordinar, gestionar e informar el transporte urbano de mercancías. explotación y movilidad urbana.
Es también malla azul el aire sobre nuestras cabezas, y en él hemos sido pioneros a la hora de plantear soluciones de movilidad, pero esto será quizá objeto de un nuevo texto.