Vivimos una época de transformación digital que sin embargo tropieza con múltiples obstáculos relacionados con la falta de confianza. Frente a ello, aparecen y desaparecen tecnologías que proponen infraestructuras digitales para mejorar dicha confianza.
Blockchain es una de esas tecnologías. De pronto está en boca de todos, cuando tanto su génesis como irrupción tiene ya sus años de vida. En octubre de 2008 alguien, detrás del alias Satoshi Nakamoto, comparte en el grupo de noticias gmane.comp.encryption.general su publicación sobre Bitcoin. Hasta el momento de escribir estas líneas el mundo ha girado sobre sí mismo 3.080 veces, y parecen pocas a la luz de la enorme expectación que ha provocado su planteamiento técnico.
No, no se trata de Bitcoin o de las múltiples criptomonedas posteriores sino de su tecnología habilitadora, de esa plataforma que ha hecho "saltar de la silla" a tantos y a tantos ingenieros que han visto cómo por fin aparece una forma de implantar confianza en un mundo tan poco confiable como es el digital. Hemos hablado de ciberseguridad en otras ocasiones. Merece la pena entender el concepto para comprender el valor de esta posible solución.
Blockchain consiste en una tecnología de base de datos distribuida en modelo descentralizado que incluye un mecanismo de generación de confianza total entre los que comparten la misma cadena de bloques. El mecanismo de confianza es clave. Está diseñado para proteger uno de los inventos más extraños que ha generado el ser humano: el dinero. Permite crear de la nada "nuevo dinero". Su mecanismo puede ser aplicado a multitud de artefactos que el ser humano ha generado para gestionar lo que denominamos "sociedad": contratos, derechos de propiedad, votos, registros de todo tipo, comunicaciones, etc.
Lo que obtenemos es:
- Un registro de datos secuencial en forma de “bloques” (la cadena). Se compone de todos aquellos que comparten la cadena y la réplica está permanentemente actualizada.
- Un mecanismo de seguridad que hace inviable el llamado “tampering” de bloques. Si alguien intenta modificar un bloque ya registrado es rechazado de forma automática. La inmutabilidad de la cadena es clave a la hora de aportar confianza. Además es posible verificar de forma unívoca el origen y fecha de creación de cada bloque.
- Mecanismos para desarrollar e integrar lógica de negocio asociada a la transacción. La lógica será intrínseca.
- Mecanismos para implantar reglas de consenso en las operaciones de registro de bloques. Pueden ser complejas o simples, en función de la naturaleza de la red que comparte la cadena.
- Mecanismos para crear cadenas públicas o privadas.
No nos extendamos en la tecnología. Contamos con multitud de publicaciones y documentos donde podemos entender el concepto. Si el lector quiere profundizar sin entrar en conceptos técnicos que pueden ser complejos o ajenos, recomiendo una lectura del nuevo libro sobre Blockchain en el que entre otros, nuestro compañero Óscar Lage aborda las posibilidades que se abren en dos campos: la Industria 4.0 y el voto.
Empecemos por la industria puesto que no en vano el concepto de digitalización de los diferentes sectores industriales pone sobre la mesa retos clave para su competitividad:
- La fabricación unitaria (producto único bajo requisito de un cliente específico) a escala masiva, con operaciones automáticas entre demanda y oferta.
- La gestión de complejas cadenas de suministro y distribución donde la interoperabilidad y confianza de dato es imprescindible.
¿Qué papel puede jugar Blockchain? Lo veremos en los próximos años. Algunos casos que plantea Óscar son la necesidad de una gestión descentralizada de la identidad de dispositivos industriales, el registro inalterable de los valores de datos en dispositivos, la posibilidad de automatizar transacciones "máquina a máquina" (acuerdos de suministro de materias primas, componentes, mantenimiento, energía, delegación/coordinación de la producción o incluso logísticos etc.) o la posibilidad de crear marketplaces industriales automatizados y con confianza entre los diferentes niveles de actuación.
Sigamos con el voto. ¿Alguien considera que los sistemas actuales de participación ciudadana y voto electrónico son fiables? Imaginemos un mundo de votaciones auditables, transparentes y absolutamente confiables. Un lugar donde Blockchain se convierte en esa tecnología que lo permite, independientemente de la capacidad de ataque de agencias y agendas.
No es poco, pero con "los pies en la tierra" no perdamos de vista tres aspectos:
- Tecnología: esta necesita años para madurar, y Blockchain no es una excepción. A pesar de la efervescencia actual lo cierto es que las primeras plataformas comerciales para desarrollar aplicaciones y sistemas sobre ella están en sus primeras versiones. En los meses que llevamos trabajando en pilotos y experimentos hemos podido apreciar las diferentes tecnologías de base, y a pesar de tener nuestros favoritos observamos que el camino por recorrer es largo, sobre todo en campos de aplicación ajenos al financiero. Hyperledger o Ethrereum son alguno de esos favoritos, y desde su aparición el avance es impresionante. Su aplicación a sectores y operativas concretas requerirá una evolución del concepto mismo de cadena de bloques, de los mecanismos de consenso y registro, de tiempo real en ámbitos que lo requieren… mucho por hacer, y mucho en marcha.
- Aplicaciones: las primeras aplicaciones de una tecnología no tienen por qué ser las que realmente triunfan. Veremos cómo las mejores aplicaciones no son las que aparecen en el libro citado. Otros vaticinan un futuro lleno de Blockchains en casos de uso poco creíbles. El futuro está por inventar.
- Burbuja: en agosto de 2016 Gartner especifica que Blockchain ha llegado al llamado "Pico de expectativas sobredimensionadas" en su conocido modelo del ciclo de sobre expectación. ¿Demasiado pronto? La impresión de los últimos meses es diferente, y parece que seguimos ascendiendo hacia un pico todavía lejano. A mayor lanzamiento mayor abismo de la desilusión, y puede que en 2018 o 2019 muchos proyectos y pilotos actuales fracasen o sean abandonados. Sin embargo, es tal la necesidad de una tecnología de confianza en el mundo digital que si no es esta, una evolución o derivada de la actual llegará sin duda a la meseta de la productividad del modelo. Tampoco asistiremos al mismo tiempo a todos los sectores. Salvo gran sorpresa el mundo financiero será el que entrará antes en un nivel de madurez avanzado en la tecnología y su aplicación. Disponemos por ejemplo del caso de R3 cuya tecnología Corda ya se va diferenciando de la Blockchain de Nakamoto. Aunque entidades importantes previamente enroladas en R3 como Goldman Sachs, Banco Santander y Morgan Stanley han abandonado la nave, el número de entidades financieras participantes no deja de crecer y nadie está parado. ¡Tiempos revueltos!
“La confianza es el lubricante que hace posible que las organizaciones funcionen”, Warren Bennis. ¿Podremos confiar plenamente en un mundo digital sin tecnologías que la implanten de forma robusta?