De memoria histórica sabemos mucho en las diferentes partes de España, mientras el tema de la transición energética quedó algo truncado tras la última reforma del mercado; para no hablar abiertamente de muerte por inacción.
Mientras tanto, en grandes partes de Europa y del mundo, el proceso de transición de un sistema centralizado alimentado por energías fósiles, y la nuclear hacia uno descentralizado basado el 100 % en renovables ya se está convirtiendo en una realidad. Esto nos lleva a preguntarnos cuáles son las razones, más allá de Reales Decretos infumables, por lo que "Spain is different". Sospechamos que tiene mucho que ver con la "memoria energética" en cada entorno cultural.
La transición energética surge como resultado del progreso tecnológico y del abaratamiento de costes de las energías renovables, combinado con un fuerte empuje por parte de la ciudadanía y de (algunas) administraciones. Ciudadanos y ayuntamientos se están convirtiendo en sujeto activo en la política energética, con sus inversiones en medidas de ahorro energético, en plantas de renovables y la contratación de energía verde certificada.
El fenómeno es tangible en países como Alemania, Austria, Reino Unido y recientemente también en Francia, Portugal e Italia, pero mucho menos visible en otros países. Es obvio que las diferentes velocidades están íntimamente ligadas al entorno regulatorio, pero puede haber otros factores, no tan obvios, que también influyen en nuestra actitud individual y colectiva hacia la energía, su producción y su consumo. Se trata de factores culturales y actitudes aprendidas a lo largo de nuestra vida que se alimentan de experiencias propias y ajenas. A esto se le denomina “memoria histórica” y se nutre de impresiones, sensaciones, recuerdos, hechos reales e interpretación subjetiva que pueden influir en el comportamiento ciudadano y en su compromiso con o rechazo al cambio de sistema energético.
¿A quién no le suena la construcción de los grandes pantanos durante la época franquista, aunque no haya vivido Itoiz en persona? O, ¿ese primer vistazo de aquel aerogenerador en el monte? Aunque igual ya no formamos parte de la población que sufre de pobreza energética, muchos guardamos recuerdos agradables, o menos agradables, relacionados con el confort, o falta de confort, que nos procuraba la utilización de la energía en forma de bienestar en la niñez. Un tema aún candente "el cambio retroactivo a la regulación de las renovables en España": dio al traste con los cálculos de rentabilidad de muchas de las instalaciones y debió de sentar como un jarro de agua fría a los inversores afectados, y a aquellos que hubieran querido serlo.
Actualmente en TECNALIA investigamos cómo se construye esta memoria energética y cómo esta influye en la disposición de las personas a convertirse en sujeto activo en la transición energética. Comprender cómo se forman las actitudes en torno a la energía es muy valioso para diseñar una estrategia de cambio del sistema energético que beneficie a la sociedad, al consumidor-productor y al medio ambiente y, sobre todo, para no "perder el norte" en esta transición.
Una transición radical es un reto altamente complicado desde el punto de vista de la gobernanza, y más si se trata de un sector tan fundamental como el energético. Si no se hace bien, si se ignoran los riesgos y no se tiene en cuenta la motivación de actores esenciales como la ciudadanía, acabaremos pagando un precio cada vez más alto por un bien cada vez más escaso, como mínimo.
Aunque tan solo llevamos unos pocos meses inmersos en la investigación de la memoria energética junto a otras organizaciones europeas, ya ha quedado patente que varía mucho entre las diferentes partes de Europa. El accidente nuclear de Chernóbil dejó una impresión muy fuerte en Alemania plasmándose en un acuerdo político entre los diferentes partidos para abandonar esta fuente energética. El impacto político en España fue menor: probablemente debido a que el país se libró "por los pelos" de la "nube nuclear" que atravesó el continente como se puede observar en el mapa.
Ni la población alemana ni la española ha conocido jamás el shock del tránsito de un régimen con energía gratis a otro en el que la energía se paga con oro, como en Bulgaria, ni ha obligado a sus gobiernos a dimitir por el coste energético.
Los "bits" de memoria que hemos identificado en numerosas entrevistas para el caso español se pueden agrupar en cuatro factores:
Componentes de la Memoria Energética
- El auge de las renovables: impacto visual y medioambiental (eólica, hidroeléctrica), estético, orgullo (identidad,), entusiasmo tecnológico, miedo
- Cambio de régimen y equipamiento: facilitar el trabajo doméstico, roles (género) en reparaciones, percepción de riesgo (accidentes), cambio infraestructura (de 125V a 220V, carbón, madera)
- Confort o falta de confort: recuerdos de experimentar sensación de alivio de frío o calor, coste energético, recuerdos de falta de recursos, pobreza
- Crisis/conflictos: protestas, resistencia contra la energía nuclear, huelga de mineros
Continuaremos elaborando este nuevo concepto en los próximos meses en debates abiertos con personas interesadas, independientemente de su actividad profesional y grupo de edad, tratando de encontrar una muestra de la población lo más representativa posible.
Y tú, ¿te animas? Contacta con nosotros.