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Poliorcética tecnológica del S.XXI; disciplina que construye fortalezas tecnológicas y defiende el conocimiento

12 de Noviembre de 2021
Poliorcética tecnológica del S.XXI; disciplina que construye fortalezas tecnológicas y defiende el conocimiento
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Cuando me preguntaban: ¿qué quieres ser de mayor? siempre respondía: ¡Yo quiero ser inventor! Y es que los "millenials" tuvimos a grandes mitos televisivos como MacGyver; un agente secreto capaz de resolver cualquier situación problemática gracias a su inteligencia y sus amplios conocimientos técnicos, o Beakman; un personaje excéntrico que hacía experimentos cómicos y demostraciones para ilustrar los conceptos básicos de la ciencia.

Actualmente, el término "inventor" suena anticuado y excepcional (Arquímedes 287 a.C, Leonardo Da Vinci s.XVI, etc.). Nos viene a la cabeza una persona pagada por un mecenas rico, encerrada en un taller haciendo experimentos, o escribiendo fórmulas en una pizarra en modo pensativo, esperando su momento de iluminación que le inspire una idea innovadora, para poder llegar a inventar algo con lo que ganarse la vida.

Pero más allá de esta visión anticuada, los Inventores del siglo XXI siguen teniendo una cosa en común; utilizan el conocimiento, la creatividad y el ingenio para proponer soluciones innovadoras a los problemas actuales. Además, los inventores modernos siguen trabajando en equipos multidisciplinares, juntamente con ingenieros y científicos.

El conocimiento y las tecnologías en el ámbito científico han avanzado muchísimo, y del mismo modo que en nuestra generación, han aparecido nuevos mitos televisivos como Tony Stark; un magnate empresarial que se viste con una armadura dotada de tecnologías muy avanzadas que le permite volar o, Sheldon Cooper; un investigador friqui de la física teórica centrado en la teoría de cuerdas.

Entonces, ¿cómo puede un Ingeniero o un Científico llegar a ser un Inventor?

Desde mi punto de vista esta confluencia debe ser fomentada por el ecosistema innovador del territorio o país: las Universidades, los Centros Tecnológicos y las Empresas. En el siglo XVII, las Universidades formaban a los Ingenieros Militares en el arte de las fortificaciones y la poliorcética (el arte de atacar y defender las plazas fuertes). Entonces, la necesidad de saber diseñar y construir correctamente los baluartes, trincheras, etc. era cuestión de vida o muerte. La capacidad de inventar nuevos artefactos bélicos proporcionaba al ejército una ventaja competitiva hacia su enemigo.

A finales del siglo XVIII, las Universidades formaban a los Ingenieros Industriales a diseñar y a construir mecanismos robustos, eficaces y duraderos para producir bienes de necesidad para la sociedad. Al mismo tiempo, las condiciones laborales de los trabajadores empezaron a mejorar ya que los inventos proporcionaban mejores rendimientos productivos, y disminuían los esfuerzos del trabajador durante su jornada laboral, haciendo que las empresas fueran más competitivas, y esto les permitía exportar sus excedentes.

Las batallas actualmente son tecnológicas, sociales y medioambientales

Aunque sigue habiendo países que deciden fortificar sus fronteras y construir armamento bélico para enriquecerse, las batallas importantes actualmente son tecnológicas, sociales y medioambientales. Hoy en día nos defendemos de virus, de ciberataques virtuales en las redes, de posibles impactos en la tierra de satélites espaciales o del calentamiento global.

La carrera espacial del siglo XX, fomentó la competición entre diferentes países para desarrollar tecnologías de cohetes y satélites para explorar y enviar humanos al espacio exterior. Esas tecnologías fueron implantándose posteriormente en la sociedad, usándolas de forma cotidiana en nuestras vidas; como es el caso de las tecnologías de materiales compuestos de Fibras Reforzadas con Polímeros (FRP) o los materiales compuestos ablativos.

Los Centros Tecnológicos tienen que promover la investigación de los Ingenieros y Científicos con los recursos público-privados disponibles, y ser capaces de transferir estas tecnologías en el tejido empresarial para dar una mayor competitividad socioeconómica al territorio.

Este proceso tan complejo es una batalla a medio y largo plazo, a la que me gusta definir (haciendo un juego de palabras) como la “poliorcética tecnológica”, una disciplina que se encarga de construir fortalezas tecnológicas y defender el conocimiento.

La forma más habitual de llegar a cumplir con éxito este reto es trabajar mediante la ejecución de Proyectos de I+D. Pero no solamente es necesario tener los recursos técnicos sino también es necesario dirigir estos recursos de la forma más eficiente posible, y para ello, es importante saber aplicar correctamente las diferentes herramientas de Gestión de Proyectos.

El modelo de calidad total EFQM (European Foundation for Quality Management) es un modelo de excelencia que proporciona metodologías para desarrollar una cultura de mejora e innovación en las organizaciones.

Uno de los criterios de evaluación dentro del bloque de ejecución es: implicar a los grupos de Interés.

Como ejemplo práctico, el equipo BiSKY Team, formado por un grupo de estudiantes de Ingeniería de la Universidad del País Vasco (UPV / EHU) están diseñando y construyendo sus propios cohetes suborbitales. Quieren alcanzar los 100km de altura para presentarse en el EUROC 2022 (European Rocketry Challenge); una competición universitaria promovida por la Agencia Espacial Portuguesa.

Esta competición estimula sinergias entre el mundo académico y la industria aeroespacial para promover la innovación y la competitividad del sector, contribuyendo a la creación de puestos de trabajo altamente cualificados.

TECNALIA, miembro de la alianza vasca de investigación y tecnología (BRTA), quiere pone en valor la participación como socio del proyecto SMall Innovative Launcher for Europe. Conscientes del gran potencial que tienen este tipo de iniciativas como son las competiciones universitarias de Ingeniería (Fórmula Student, Shell-Eco-Marathon, Hyperloop Pod Competition, RoboMaster Robotics Competition, Student Autonomous Underwater Challenge, etc.) y del impacto que revierte en la sociedad ha firmado un convenio de colaboración con la empresa COMPOXI para dar soporte teórico-práctico al equipo BiSKY en materiales compuestos para estructuras y componentes aerodinámicos, y materiales avanzados de altas prestaciones térmicas para la propulsión.

Esta colaboración a tres presenta muchos retos interesantes desde el punto de vista de la gestión de proyectos, sobre todo si los integrantes del equipo BiSKY son estudiantes que van cambiando cada año, a medida que avanzan en su carrera formativa. Es por ello, que desde TECNALIA vamos a promover un trabajo TFM para garantizar la transferencia de los conocimientos adquiridos entre las diferentes generaciones de estudiantes del equipo BiSKY.

Estoy seguro de que, con este tipo de iniciativas, junto con los nuevos formatos y servicios emergentes del llamado "NewSpace" vamos a formar la próxima generación de científicos espaciales para afianzar al país en la poliorcética tecnológica del s.XXI.

Para finalizar, quiero aprovechar para agradecer el esfuerzo de los socios nacionales e internacionales en el apoyo a la expansión de la industria aeroespacial, y también con especial atención, a todos los que han hecho posible la creación de este proyecto (Jorge Barcena, Patxi Estensoro, Ioane Ruiz, Marc Gascons, Pedro Arias y Ugaitz Marcos).

Eduard Bellvert

SOBRE EL AUTOR

Eduard Bellvert

Ingeniero Técnico Industrial con especialidad en Mecánica (2008) con Máster en Mecánica de Materiales y Estructuras (Grupo AMADE UdG - 2011) y Máster en Gestión de la Innovación y la Tecnología Empresarial (Grupo GREP UdG - 2015) por la Universidad de Girona.

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Autor:Eduard Bellvert
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