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Rapsodia de un pensamiento metafísico

21 de Mayo de 2020
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Por más que nos lleve la Ciencia advirtiendo de que con su ayuda toda posibilidad de pensamiento metafísico quedará para siempre aniquilada, hay que decir que tras varios siglos de espera nada ha cambiado.

Fijaos si la batalla no está del todo resuelta que el terraplanismo ha vuelto para quedarse. Pero no es solamente que el pensamiento metafísico haya sido capaz de resistir ante la acometida de la Ciencia, sino que además la ha terminado por derrotar del todo haciéndola pensar de manera metafísica incluso a ella.

Ya esa primera idea que tuviera la Ciencia de pensar que con el tiempo sería capaz de explicarlo todo parecía un poco metafísica por entonces. Desde luego ha ido creciendo en un sin par de teorías que llegan a explicar desde lo que pasa en el interior de los agujeros negros situados a millones de años luz de distancia, hasta lo que ocurre en un universo tan pequeño que nunca podrá medirse; visto desde fuera parece que se mantiene vibrando sobre un conjunto de misteriosas cuerdas tejidas con el filamento de la pura matemática. (Y todo esto a pesar de que sigamos sin tener muy claro lo que le ocurre al gato cuando se queda encerrado con veneno en el garaje de casa.)

Pero sobre todo hace metafísica la Ciencia cuando explica nuestra realidad como formando parte de una simulación llevada a cabo por una civilización muy avanzada que nos estudia para aprender de nosotras mientras comemos (lo que más que el resultado de algún tipo de experimento científico parece más bien el hallazgo de una nueva Cosmovisión).

Supongamos que fuera cierto este último pensamiento que dice que en realidad somos parte de una simulación que aprende mientras avanza. En su caso, podríamos explicar muchas de las dudas generadas por las religiones de Pre – Ciencia:

  1. Tendríamos explicado de una vez y para siempre el asunto del origen del universo (aunque ahora tendríamos que explicar el origen del universo de los demás). Lo que antes arrancaba como siendo el esfuerzo de siete días de nuestro Señor trabajando o como un gran cataclismo que lo iniciaba todo en forma de gran explosión única, podría llegar a convertirse en 7 días de programación de un código por un investigador del más allá que finalmente lo pusiera en marcha con la conexión del interruptor final. Lo cual resultaría curioso porque al final de todo tendríamos que aceptar que nuestra base realmente era de silicio en lugar de carbono.
  2. También podríamos explicar por qué todo ocurre en lugar de haberse quedado en nada, ya que sería la curiosidad de nuestra civilización creadora por conocer su futuro la que les habría hecho crear un entorno simulado para intentar adelantarlo (siendo en este caso cada uno de nosotros una simple variable de su mar de dudas).
  3. La respuesta sobre cuándo termina todo también podría conocerse, ya que si antes era debido a la expansión en llamas de un sol moribundo que se tragaba en su vapor la tierra; o por unos Jinetes metafóricos que abrían abismos a paso mientras extendían con su trote el apocalipsis, ahora podría quedar contestada como diciendo que todo terminará cuando el departamento que nos estudia se quede sin fondos.

La Religión que más podría beneficiarse de todo esto sería la hindú, que encontraría por fin un sentido al significado de abandonar el ciclo de rencarnaciones para retornar al principio divino, que ahora sería salirse de la simulación hacia la vida real de nuestra Civilización avanzada.

También la Física podría conocer la solución a muchas preguntas que hasta ahora se le resisten inquietas, como es la del motivo por el que todo parece seguir funcionando aun cuando nadie mira. Además, como finalmente todo lo que nos rodea podría ser idea en lugar de materia, llegaríamos a conocer porque nunca se termina de acotar lo pequeño cuando nos acercamos a mirarlo, que parece siempre alejarse y alejarse a medida que lo perseguimos con nuestro mirar penetrante.

Y pudiera ser incluso que al inicio de todo no hubiera habido si quiera leyes de la ciencia como se las conoce ahora, sino que las hemos ido inventando a medida que las pensábamos, como si fuera una red neuronal que se construye mientras se piensa, y así podría haber ocurrido con la gravedad de Newton o con la de Einstein mejorada. Ya que, ¿para qué iba a estar nadie a estar doblando rayos de luz por el espacio tiempo mientras no había nadie que lo estuviera mirando?

El ordenamiento evolutivo de las mutaciones mejoradas de Darwin podría quedar para siempre explicado, ya que si fuéramos parte de una red neuronal que aprende podría darse el caso de que ante una necesidad concreta y prolongada manifestada dentro de la red, como es por ejemplo la necesidad de salir al exterior por medio de la vista, la red neuronal se hubiera puesto a trabajar reprogramándose con el fin de construir el ojo, lo que al final nos llevaría a reconocer que después de todo Lamarck tenía razón. Incluso quien sabe si el propio deseo prolongado manifestado por una especie concreta, como es por ejemplo en la actualidad la preferencia colectiva por los días soleados frente a los nublados, la que pudiera estar haciendo que la red neuronal se esté reprogramando en lo que nosotros conocemos como Cambio Climático.

El Coronavirus podría ser solamente un nuevo efecto incluido en la simulación con el fin de estudiar sus consecuencias: ¿podrá quedarse en su casa una sociedad que había dejado de estar acostumbrada a hacerlo? Podría incluso darse el caso de que el Coronavirus fuera la herramienta con la que la red neuronal ha elegido comunicarse con nosotros para darnos la solución al problema del Cambio Climático: la reducción tan espectacular habida en las emisiones contaminantes en los últimos días debido a la movilidad reducida nos alumbra el camino; el sosiego obligado del incesante turismo ha permitido que se vuelvan a ver incluso peces nadando por los canales de Venecia.

De cualquier manera, en cuanto a intentar explicar de manera completa y perfecta los misterios de la vida, quizás lo mejor sea que se queden para siempre out of the blue. Es curioso porque unas teorías vienen, otras teorías van, mientras los Lenguajes mantienen las dudas de las preguntas iniciales, ¿podremos algún día romper la monotonía del cielo azul en un negro de grieta que nos muestre finalmente lo que se esconde detrás?

Francisco Javier Santiago Toca

SOBRE EL AUTOR

Francisco Javier Santiago Toca

Licenciado por la Universidad del País Vasco en Ingeniería Automática y Control Industrial, Fco. J. Santiago ha estado durante más de 10 años diseñando y desarrollando equipos de electrónica de potencia relacionados con las energías renovables. Con la experiencia adquirida en estas actividades ha ayudado al Cluster de la Energía  a mejorar sus herramientas de vigilancia estratégica y difusión de conocimientos entre sus socios.

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Autor:Francisco Javier Santiago Toca
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