Cuando los "calificativos" sustituyen a los datos debemos empezar a sospechar y, consecuentemente, a investigar. ¿Qué quiere decir y qué supone que la CAPV sea una región "Strong Innovator"? En el documento Regional Innovation Scoreboard 2016, séptimo de una serie de documentos semejantes elaborados por la Comisión Europea se especifica esta terminología.
En los mismos se sintetiza la información obtenida de la medición de una batería de indicadores que pretenden cuantificar y ordenar el grado de innovación de las 214 regiones, de 22 países europeos, analizadas.
Es una profundización a nivel regional (NUTS 2) de lo que a nivel de los estados supone el European Innovation Scoreboard. Para estas mediciones y análisis se utilizan “frameworks” basados en “cestas” de indicadores o “indicadores compuestos” que elaborados convenientemente aportan información desagregada tanto a nivel del espacio administrativo analizado (NUTS 2) como en diversas “dimensiones” o “componentes” de análisis. Es decir, que para llegar al índice final ¡hay que hacer bastantes números y algo de “cocina”!
Una vez establecido el valor del índice medio de innovación regional para el conjunto de la Unión son regiones strong innovator aquellas cuyo índice se encuentra dentro de una horquilla que va del 90 % del valor medio europeo hasta el 120 % del mismo. Y esa es la situación de Euskadi, ya que en nuestra comunidad alcanzamos el 92,5 % del valor medio.
Por lo tanto hablar de ser “strong” o “moderate” o “modest” o “leader ¿tiene interés? La realidad es que pese a atribuírsenos el calificativo “strong” no alcanzamos el valor medio obtenido por las regiones europeas y además, desde hace un par de años, estamos perdiendo posiciones.
Pero este dato, como casi todos, adquiere más valor cuando se sitúa en un contexto más amplio y por eso es interesante hablar tanto de la evolución del mismo como de su desagregación en “dimensiones” vinculadas a la innovación.
El índice de innovación de la CAPV, siempre según el RIS 2016, presentó una evolución muy positiva hasta el año 2014, en el que se alcanzó el 97 % de la media europea. La crisis financiera global iniciada en 2008 no revirtió hasta el mencionado 2014 esa tendencia de crecimiento experimentada en los años previos. Sin embargo, el período 2014- 2015 fue muy negativo tanto por el valor cuantitativo del descenso (-6 % según el informe) como por la celeridad del mismo. En dos años perdimos en nuestro posicionamiento relativo de innovación en Europa más que lo ganado en los seis años anteriores.
Como puede suponerse, el RIS 2016 establece una clasificación de las regiones europeas (NUTS 2) en base al índice de innovación que calcula para cada una de ellas. Como ya se ha dicho, “strong innovator” supone situar el índice en la franja 90- 120 % de la media europea. Hay 65 regiones en este rango, entre ellas la CAPV. Quienes superan ese 120 % son las llamadas regiones “leaders innovators” y se sitúan en ese rango 36 regiones. 83 regiones conforman el rango “moderate innovator” cuyo índice se sitúa entre el 50-90 % de la media. Y por último, 30 regiones, con un índice inferior al 50 % de la media, conforman el rango de “modest innovator”.
No estamos en el “grupo de cabeza”. Nos acercamos al tercer grupo y es fundamental revertir la tendencia para recuperar posiciones y aspirar a formar parte del “club de los líderes”. No obstante, la CAPV es una “anomalía” en Europa, en sentido positivo. Según el informe RIS 2016, las regiones más avanzadas en innovación se encuentran en los países más avanzados en innovación. Son muy pocos los casos como el nuestro, solo seis regiones, en los que una región “strong” se ubica de manera tan aislada en un contexto estatal de innovación moderada como se da en España.
¿Y qué ocurre cuándo “afinamos” en el análisis? Podemos apreciar la posición de la CAPV respecto a la media europea, desagregada en los doce parámetros o “dimensiones” utilizados para establecer el índice de innovación. Este perfil de nuestra innovación merece un análisis comparado con el de las regiones líderes. Son interesantes las diferencias, pero de esto hablaremos otro día.
Llama la atención el gran nivel que alcanzamos en el indicador de “Tertiary education” (quinta región europea). Así mismo son buenos los valores de los indicadores de “SME innovation collaborating” y “Knowledge- intensive employement”, reconocido por la EC en el informe.
Sin embargo debemos poner atención en la tendencia negativa de algunos indicadores y de manera específica, según la Comisión, en: “Non- R&D innovation expenditures”, “SMEs with marketing or organizational inn” y “Public R&D expenditures”. Estos indicadores tienen una relación directa con nuestra actividad en Tecnalia.
Los datos publicados recientemente por Eustat destacan varios mensajes importantes muy vinculados a los que se perciben en el RIS 2016:
- El gasto en I+D en la CAPV disminuyó el 1,3 % en 2015 siendo la fuerte caída del gasto empresarial (-3,1 %) quién ha arrastrado el ligero incremento experimentado por el gasto público (+1,1 %)
- El 74 % del gasto en I+D en la CAPV lo realizan las empresas
- La CAPV se aleja de Europa en su esfuerzo de financiación de la I+D, tras años de aproximación, cuando no de superación, a la inversión media europea
No es un capricho ni una moda hablar de innovación. Las economías avanzadas y la CAPV basan su competitividad en factores vinculados a la innovación. Variadas fuentes tanto académicas como empresariales así lo afirman y lo gestionan, por lo que cuando hablamos de “tendencia negativa” de nuestros indicadores de innovación podríamos inferir que lo mismo ocurre con nuestra posición competitiva como país y, por lo tanto, con nuestro “bienestar futuro”.
En Euskadi no avanzamos a la suficiente velocidad en la transformación hacia una economía basada en el conocimiento y los indicadores anteriormente compartidos no apuntan a una mejora sustancial en los próximos tiempos, salvo que los esfuerzos desarrollados en los últimos años comiencen a dar sus frutos.
Como escuché en cierta ocasión a un veterano empresario: “cuando estalla la tormenta no debemos dedicarnos a dar brillo a los bronces”.
Debemos ponernos a la tarea de modernizar nuestra economía y hacer “más y mejor” sin autocomplacencia. ¡Innovando, desde la tecnología!